“Cuando uno nace con el arte, no se puede dejar jamás, los artistas construyen nuestra identidad, los artistas son los que deben dar a conocer en el exterior nuestra identidad”.
Mujer sencilla pero exigente, conocida como “La Señora del Pasillo” es una de las mejores exponentes vivas del pasillo ecuatoriano. Nacida en 1933, nos revela que alguna vez tuvo la intención de retirarse del canto, sin embargo, el cariño de su público fue el motivo por el cual se ha mantenido, hasta el sol de hoy, activa en los escenarios. En su infancia su madre se convirtió en una influencia muy importante. Ella escuchaba tangos y pasillos, estilos que cautivaron a la tierna Fresia. Con tan solo 12 años, cantaba profesionalmente para programas infantiles en conocidas radios guayaquileñas, como Radio América. Posteriormente, grabó su primer disco en la disquera El Cóndor, a partir de esta experiencia, le propusieron ser parte del dúo Las Porteñitas, junto a Blanca Palomeque, otra gran cantante ecuatoriana. Las canciones del dúo se convirtieron en éxitos musicales que siguen sonando hasta la actualidad. Desde aquel entonces, su voz ha entonado bellas melodías, más de treinta composiciones de su repertorio son de su autoría.
Pese a haber enfrentado varias vicisitudes, como el desafortunado incendio de su casa, y la pérdida de todos sus recuerdos, galardones, y varios de sus queridos gatos, por dicho siniestro; en su memoria quedan impregnados los buenos momentos y las alegrías que le ha dado su trayectoria artística. Lo que demuestra que Fresia es una mujer que no se amilana ante la desgracia. Su sensibilidad brota en este encuentro, y con profundo agradecimiento con el pueblo ecuatoriano, ella nos abre su corazón incansable de mujer, hija, madre, y maestra; que como un hermoso pasillo ecuatoriano, sonríe mientras trina sus penas.
Fresia nunca pensó que llegaría a ser artista. Cantaba por el placer que esto le daba, y por la influencia de su madre quien, desgraciadamente, no llegó a ver su consagración como la aclamada cantante de música nacional que es, pues la muerte cegó el anhelo de ver a su hija convertida en una estrella. Su partida se llevó también una parte del corazón de Fresia, pues nos confiesa llena de nostalgia, que ella nunca logró recuperarse de la muerte de su madre. “La señora del pasillo” señala que de no haber sido cantante, probablemente hubiese sido veterinaria, ya que tiene un gran afecto por los animales, sin embargo, ese anhelo no logró plasmarse, ya que el amor que ella ha sentido por el canto, se coló en todos sus espacios vitales. La música ha sido para ella más que una profesión, pues la ha conectado emocionalmente con su linaje femenino: con la sonrisa eterna de su madre fallecida, y con el talento de su amada hija, la cantante Hilda Murillo, quien siguió sus mismos pasos.
Aunque lo suyo es el pasillo, también incursionó en ritmos como la guaracha, los boleros y el porro. Recuerda temas populares como “Ese ladrón”, de contenido jocoso y entretenido, cantado y versionado por varias artistas ecuatorianas. Algunas de sus canciones han ganado galardones en el exterior, sus giras por varios países como España y Estados Unidos, la han consagrado como un símbolo de identidad nacional, especialmente, en lugares en los que la comunidad ecuatoriana es extensa. Allí su público la reconoce con gran afecto y admiración. Su historia con Julio Jaramillo merece mención aparte. Ella fue quien motivó al joven músico a sacarle provecho a su talento, con quien grabó un par de discos, gracias al apoyo de su esposo, Washintong Murillo, dueño de la disquera guayaquileña El Cóndor. Así también, trabajó con varios compositores entre los que destaca a Nicasio Safadi, Francisco Paredes Herrera, Carlos Silva Paredes, Carlos Solís Morán, Carlos Rubira, de quienes aprendió mucho. Ha compartido escenario con artistas de renombre internacional como Celia Cruz, Daniel Santos, Leo Marini, Nelson Pinedo y la Sonora Matancera, entre otros.
Para Fresia el arte es un don que Dios, nos brinda. Su mayor satisfacción es haber sido supervisora de educación musical por más 63 años, cultivando así, a cientos de jóvenes para que rescaten nuestra identidad musical. En ese sentido, profesa mucho la creatividad y no la imitación, para ella, “si alguien imita a otro artista no llegará a ser nada”. Grabó junto a importantes músicos como Gonzalo Moncayo, Pepe Jaramillo, Julio Jaramillo, Carlos España, Pepe Sánchez, Consuelo Castillo, Consuelo Vargas, y con su propia hija, “La Triunfadora de América”, Hilda Murillo, quien es a la vez productora musical.
Fresia destaca el trabajo de su hija, afirmando que su linaje materno está conectado con uno de los mejores legados de su incansable apuesta por la creación artística a nivel nacional: la perpetuación y reproducción de una identidad musical ecuatoriana. Su mayor sueño es que la música nacional sea fomentada desde los espacios públicos y privados, y que los jóvenes talentos asuman el reto de creación que demanda la música en el Ecuador, con una perspectiva actual, ya que el futuro musical del país, y por lo tanto de Latinoamérica, está en las nuevas generaciones a las que, con absoluta entrega, ella sigue educando, en el Museo de Música Popular Julio Jaramillo, en la ciudad de Guayaquil.
Fuente: Entrevista realizada por Susana Nicolalde. Septiembre 2018.
María Fernanda Auz
Título: Cantares de mi Tierra
Fotografía: Chantal Fontaine
Año: 2015
Lugar: Guayaquil – Ecuador