Petita Palma

“Dicen que soy una fiera / que también soy altanera / furiosa y llena e´maldad, / no es verdad, …no soy así / siempre seré compañera, / siempre tendré comprensión / aunque pequeño es mi cuerpo / es grande mi corazón. / Dicen que soy una fiera / que le hago caso a tonteras / que me enojo por boberas / que actúo como un vendaval / no es verdad, …no soy así / la verdad es que yo soy paz”.

Recibió el Premio Eugenio Espejo, el más alto reconocimiento que da el Estado ecuatoriano a la labor cultural, en el año 2007. Para entonces, ella contaba con ochenta años de una vida dedicada a la revitalización de las costumbres, tradiciones, memoria e historia de la cultura afroecuatoriana. Su mayor contribución ha sido en las áreas de la música y el baile.

Nació en Esmeraldas pero se crió en Borbón. Como ella misma dice: “Fui acunada por la marimba, escuchando el bombo, el cununo y el guasá”. Aprendió sobre la poesía popular esmeraldeña, para luego emprender viajes por la selva, por poblados remotos, en donde vivenció el acontecer cotidiano de la gente de la región de Esmeraldas, para nutrirse con el tesoro de los versos, las narraciones, los saberes, el conocimiento de los instrumentos musicales milenarios, los bailes para expresar sentimientos y pensamientos.

El amor a los ancestros, a la tierra, al arte, la convirtió en una especialista, investigadora del más alto nivel. Sus títulos no fueron dados por escuelas formales. La vida le regaló el privilegio de ser una iluminada que aprendió desde los sentidos y significados. Ella se autodefine como “folklorista e investigadora”, “marimbera y artista”. Ha realizado una labor tan valiosa e impresionante en el campo de la cultura ecuatoriana, que en los temas afro puede hablarse de un antes y un después de Petita Palma.

Petita contribuyó a poner en valor la marimba, instrumento reivindicado también por el pueblo chachi, allegado al pueblo esmeraldeño y que aportó al bagaje de aprendizajes que se sumaron a la gran inteligencia y simpatía de esta mujer bajita y delgada de ojos vivaces, que parece una niña. Así, con esa apariencia menuda organizó una escuela con quince músicos ancianos, quienes empezaron a transmitirle sus conocimientos, su legado espiritual.

Con tenacidad y lucha contra prejuicios sociales y sentidos discriminatorios, Petita ha desarrollado un trabajo clave en la reivindicación de la tradición oral de los pueblos de Esmeraldas. No fue fácil el camino, precisamente por las contradicciones sociales y económicas del entorno, pero logró fundar el grupo Tierra Caliente, pionero de los grupos artísticos que vendrían después. Con Tierra Caliente y con la Escuela de Marimba fundada en 1969, Petita Palma llevó el arte y la creatividad por todo el Ecuador y el impacto de temas hoy famosos, como el Andareleo Caderona vení meniate, al igual que el potente significado de los arrullos (canto a los santos), chigualos (cantos fúnebres), alabaos (oraciones cantadas), y otros, rebasaron las fronteras ecuatorianas. Como ella dice: “El folklor no consiste solamente en cantar y bailar, sino en el conocimiento, en la vivencia”.

Cada día Petita está creando, improvisando versos. Sus conversaciones tienen ese toque especial; sus palabras impactan y conmueven: “Cuando se escucha la voz de la marimba, del bombo, cununo y guasá, de los cantadores, esto es y sigue siendo para mí como algo celestial; algo que me hace sentir más digna de ser una verdadera negra ecuatoriana con raíces y cepas bien sembradas, nacidas y criadas en Esmeraldas… Entonces me enorgullece poder decir que las semillas que regué y seguiré regando en mi semillero, no han sido ni serán vanas, porque cada día, cada mes  cada año que pasa, tengo un frondoso y especial matorral que brota de esas semillas plantadas con amor. Desde allí, con mucho tino arranco los frutos para poder presentarlos y exponerlos”.

(Algunas citas son tomadas del libro Petita Palma. Al son del “agua larga”, de Yvonne Zúñiga).

María Eugenia Paz y Miño

Fotografía: Coco Laso
Lugar: Casa de Petita Palma – Esmeraldas
Año: 2010