Nancy Cerda: vivir desde el arte

Jennie Carrasco

Nancy es dulce, calmada, silenciosa. Su mirada teje realidad y fantasía en cada imagen. Vienen a su memoria los colores, formas y texturas de su infancia en el campo, cuando pedía la luna y lloraba si esta se ocultaba entre las nubes. Esas impresiones de sus primeros años son la impronta de su obra, compartir con los campesinos, el dorado pajonal movido por el viento, la oscuridad de las calles, los matices en los frutos de la tierra, en la hierba. Ese era su mundo y desde pequeña supo que quería ser pintora.

Al viajar en bus hasta el colegio 24 de mayo, donde se educaba, pasaba por la Escuela de Bellas Artes y su sueño era estudiar allí. Su padre aceptó matricularla. Con aguaceros o soles, tomaba el bus para, luego de esa travesía que la asombraba, llegar a tomar sus clases de pintura con los mejores profesores. Recuerda que uno de ellos le destruía las obras, y ella lloriqueando preguntaba por qué. “Porque es buena y tiene que esforzarse más”, le decía el profesor.

Pintura y escultura, la Escuela de Bellas Artes le dio mucho, todo el aprendizaje y la expe-riencia estuvieron allí. Y desde el inicio se expresó a su manera, lejos de los esquemas de los profesores. Con esa libertad y soltura ha enseñado a generaciones de niños y niñas a pintar. La explosión de colores que vivió en su niñez, salió a flote en el jardín de infantes que creó, usando la metodología de Educación por el Arte. Pintaba con los niños, hacían escenografías, todo estaba matizado de color, tanto que cuando los niños y niñas iban a la primaria, recla-maban los colores y decían que la escuela es en blanco y negro.

Empezó a pintar con dedicación luego de que sus hijos crecieran. Comenzó con aguas tintas, cabo de pincel y cartulinas, no tenía materiales. Luego adquirió muchos colores, ex-perimentó con tinta y acuarela y, sobre todo, con acrílico, material con el que surgen obras llenas de luz. Pone los colores, luego de un tiempo los ve y siente la necesidad de retocar. En su obra hay mucha veladura, son capas sobre capas que van dándole más fuerza al color, como las capas y capas de la vida por la que ha transitado.

Estudió sociología y en el trabajo con poblaciones, sobre todo mujeres, aplicó el arte como herramienta liberadora y asertiva. Mujeres de todas las regiones inspiraron gran parte de su obra; niños, niñas y viejitas, tomaban los colores siguiendo sus pautas, sin moldes, sin rigidez. “El arte es curador, es transformador, hace crecer al ser humano”.

Aplicó la sociología al arte. Rescató jóvenes de la violencia, siempre con el arte. Esa fusión ha alimentado su ser y de ahí salen sus obras. Estas no son inspiración de la musa, son creadas desde el escenario de la vida, del río, la selva, la montaña, los niños.

Nancy siempre ha fluido con sus lienzos y sus pinceles como ha querido, pero a partir de la rigurosidad inicial en la Escuela de Bellas Artes. “Solo rompiendo los formatos puedes llegar a algo positivo, porque si quieres de una hacer de las tuyas, no saldría nada”. Y desde su mirada de la vida en el campo siempre ve cosas que no ven los demás, “tonos pajita” les llama ella, que nunca ha sido realista, pero tampoco se considera abstracta. Manchas, cuadros que son como un vuelo, se deja llevar por el ritmo y el color, para sentir, flotar libre, suelta. Los colores, a veces intensos, a veces suaves, van y vienen siempre con un mensaje que invita al espectador a cuestionarse y cuestionar lo establecido.

“Color de mujer” se llama parte de su obra porque quiere mostrar a las mujeres como seres humanos, como la matriz, la madre, vida, tierra. Incluso en la violencia hay mujeres bellas, dice, con un ser interior muy grande. Ha pintado mujeres negras, blancas, indígenas, mesti-zas, un cúmulo de obras que brotaron sin modelo.

Ahora vive en plena mitad del mundo, atravesada por la línea imaginaria, cuya energía puede sentir en su ser más profundo. Maneja un taller creativo, vive y vibra con los niños y niñas, no puede estar quieta. Les enseña a contrastar colores, hacen sus autorretratos, obras en sanguina y carboncillo, claroscuros. Para ella, el arte es vivenciar y hacer. “Ya vivencié, viví, pinté, expuse, expondré, seguiré viviendo”.

Nancy de Lourdes Cerda
Artista plástica
Título: Retrato de Nancy junto a su obra “Niñas” Técnica: Acrílico en lienzo
Lugar: Quito
Año: 2023
Fotógrafa: Diana Borja