Soy demasiado sensible, es demasiado compararme con una flor, pero hay algo en mí que me impulsa a hacerlo.
Para Margarita Guevara el arte es el lenguaje de la sutileza. Por sus venas corre arte, a su madre le gustaba mucho la música, y trabajaba la pintura y el bordado artístico. Sin embargo, los primeros pasos artísticos de Margarita tardaron un poco en llegar. Cuando terminó el colegio no tenía idea de lo que iba a estudiar, pues sus gustos eran diversos. Probó con la carrera de Tecnología Médica, pero no la culminó. Posteriormente estudió secretariado y trabajó en una institución bancaria. Sin embargo, el universo creativo de Margarita se mantenía latente, por ello, decidió participar en algunos talleres libres de pintura, actividad que la condujo a la exploración profunda de sí misma, a través de los pinceles y los colores, que hoy por hoy se constituyen como las herramientas de profesión de esta gran artista plástica.
En los inicios de su encuentro con la pintura, su formación fue la de una autodidacta, luego estudió artes visuales en la Universidad San Francisco de Quito, en donde obtuvo la mención como mejor estudiante de su promoción, lo que le permitió ganar una beca para continuar su profesionalización en el exterior. El país de destino fue China, un territorio completamente nuevo para Margarita. Si bien su viaje tenía como propósito especializarse en la maestría de “Pintura tradicional China, caligrafía, idioma y cultura”, su experiencia en China fue más allá. Amplió sus perspectivas sobre la vida y el mundo de muchas maneras, entre ellas, su concepción sobre la ritualidad de las tareas cotidianas; se reconectó con la importancia del detalle y la contemplación del mundo que la rodea, cuestiones que son imprescindibles para la disciplina de la pintura tradicional en la cultura china.
Pero no todo fue color de rosas, al menos en un principio. Lo más duro que debió enfrentar fue la incomunicación en un espacio que no se abría a los extranjeros con facilidad, lo que la obligó a apresurarse en el aprendizaje del idioma. Superado este reto, pasó a estudiar en la Zhongguo Meishu Xueyuan (Academia Nacional de Finas Artes de China), donde conoció a importantes maestros de la pintura china, sus técnicas, y su filosofía de vida, muy distinta a la que se promueve en occidente, en donde un ascenso rápido a través del valor comercial que se le da a las obras de artes es el medio y fin de cada artista. En China, ella aprendió que cada acción exitosa que alguien realiza es fruto de la perseverancia, que le da la paz de su espíritu. “La pintura tradicional china es diferente a la que estamos acostumbrados a ver, el arte oriental es más armónico y espiritual”. Este viaje hizo que en Margarita brote el amor por la belleza de la simplicidad.
En su obra, los árboles, las flores, la naturaleza misma son elementos centrales, y a la vez son su fuente de inspiración “el mirar el color de una flor que transmite vitalidad, fuerza, alegría es una experiencia emotiva única. Peonías, crisantemos te brindan colores impresionantes. Cuando trabajo en las flores y en las aves la contemplación es de vital importancia. La verdad, es que en China, la pintura de aves no me llamaba la atención. No tenía el entusiasmo para pintar los pájaros que son elementos esenciales de la composición pictórica tradicional, pero cuando retorné al Ecuador las aves fluían por mis pinceles, tal vez porque como ellas, quería retornar a China y hacer de este país mi nido, como las aves que migran sin fronteras”. Los medios que usa para expresar su arte son variados, pinta en seda, acrílico, óleo, acuarela, pintura tradicional china, Margarita ha complementado su técnica y confía en que su trabajo de pie a nuevas propuestas de fusión entre las técnicas que ella maneja con destreza. Sus obras, además, transmiten un mensaje ecológico de conservación y cuidado de la naturaleza.
A pesar de las diferencias culturales y paisajísticas entre China y Ecuador, Margarita considera que existe una matriz de colores similares entre algunos territorios rurales de ambos países, ya que tuvo la oportunidad de viajar hacia el interior del país oriental. Sobre todo en relación a su ciudad natal, Otavalo, Margarita sostiene que haber crecido en esta ciudad, con la variedad cromática de los paisajes que este territorio le proporcionaba, le permitió captar, con gran avidez, la sutileza de la propuesta artística china.
Desde su regreso a Ecuador, se ha dedicado a difundir el arte oriental, nos cuenta que ella pone toda su capacidad y energía en esta tarea, para que se conozca en todos los espacios en los que ella pueda promover su trabajo, y que lo seguirá haciendo a futuro. Margarita siente que hacer y dar a conocer la pintura tradicional china, y a la vez contribuir con el arte ecuatoriano es un gran reto. Entre sus obras más significativas, está “Mujeres del mundo” una colección bastante alejada de las flores y pájaros característicos de su trabajo. En ella plasma la belleza de mujeres chinas de varias etnias, vestimentas, colores y maquillajes, mujeres muy “alejadas” de la civilización occidental, cuyos rostros reflejan una expresividad de otra época, y sus inquietudes conectadas con la vida moderna.
Su experiencia artística la hace reflexionar sobre ciertos comportamientos que todavía obstaculizan el trabajo de las mujeres que hacen arte, por lo que reafirma que “todavía existen grandes desigualdades entre hombres y mujeres, creer en nosotras mismas es la clave para disciplinarnos e investigar, y demostrar que somos capaces de todo”. Margarita ha hecho su parte. Ha sido ganadora de importantes reconocimientos como: el Escudo de Armas en Quito, el de Adquisición Bonn, Alemania, el reconocimiento al Mérito del Municipio de Otavalo, entre otros.
Actualmente, cuenta con su propio espacio de difusión artística “Bambú galería”, en la ciudad de Otavalo. Reconoce que existen muchos avances en términos de promoción de los trabajos de artistas plásticos ecuatorianos, lo que no significa que este sector haya dejado de ser invisibilizado, sobre todo en lo que se refiere al rescate de técnicas artísticas ancestrales locales. Es profesora de la Universidad Técnica Particular de Loja, lo que le permite proyectar sus aprendizajes a las nuevas generaciones en el Ecuador, que sabrán apreciar el magnífico trabajo de esta mujer, Margarita, que florece día a día.
María Fernanda Auz
Septiembre de 2018
Título: Margarita en el Taller
Fotografía: Gilberto Rodríguez Moreno
Año: 2016
Lugar: Otavalo – Ecuador