Jennie Carrasco
Ángel de luz
de aromas y de nieves
manchó tus labios
con flores de ambrosía.
Cuando se investiga sobre la música ecuatoriana, surgen muchos nombres de
compositores e intérpretes varones. En un país de herencia patriarcal, las mujeres, salvo algunas excepciones, han sido una sombra, casi invisibles. Una de ellas, Luz Benigna Dávalos Villavicencio, compositora, guitarrista, pianista, es apenas conocida.
Es famoso su pasillo “Ángel de luz”.
Algunos investigadores han removido archivos y bibliotecas, para encontrar cierta información sobre la vida de Benigna. Así, han encontrado que nació en Riobamba en 1898 y murió en Quito, el 3 de marzo de 1980. Hija de José Dávalos y Rosario Villavicencio, se radicó en Quito, se casó con Tiberio Baca Saá y tuvieron varios hijos.
Dicen que era una mujer muy hermosa, amante de la música, la poesía, la tertulia, una mujer liberada, adelantada a su tiempo. La llamaban “doña Beni” y vivió gran parte de su vida en el barrio La Tola, conocido porque allí se reunían músicos y compositores no solamente de Quito, sino de todo el país. Las serenatas eran populares en este bohemio barrio, donde tocaban Salgado Junior, la orquesta América de Guayaquil, el trío Los Embajadores. Los muchachos recorrían los pastizales del Itchimbía, allí enamoraban a las chicas. Este fue el escenario en el que vivió la compositora.
Era un barrio hermoso, el barrio más romántico de Quito, dicen quienes vivieron ahí. Según sus testimonios, cuando pasaban por la calle León, entre la Olmedo y don Bosco, escuchaban cantar al dúo Benítez y Valencia, al conjunto Los Barrieros, Bolívar Ortiz, Marco Tulio Hidrobo, Homero Hidrobo y otros. Seguramente era en la casa de los Baca Dávalos quienes organizaban tertulias a las que asistían todos estos músicos.
Los sábados por la tarde, en casa de doña Beni se reunían parientes y amigos para jugar cartas y escucharla cantar sus bellas canciones, acompañada de su vihuela española o tocando el piano.
Bolívar, el “pollito”, Ortiz fue el guitarrista del dúo Benítez y Valencia, en la interpretación, por primera vez, en 1948, de Ángel de luz. Muchos grupos y cantantes han versionado el famoso y poético pasillo: el grupo Quimera, los hermanos Miño Naranjo, María Tejada, Juan Fernando Velasco, Margarita Laso, Karla Kanora, Paulina Tamayo, entre los más conocidos. Y hay versiones instrumentales para piano y violín.
¿Quién no ha cantado tan románticos versos?
ÁNGEL DE LUZ
Ángel de luz
de aromas y de nieves
manchó tus labios
con flores de ambrosía.
Tus pupilas
románticas auroras
que en oriente
serán el albo día.
Dentro tu pecho guardas
conciertos de notas
perfumes de nardos
de flores de albor.
Mi pecho es un sepulcro
de rosas marchitas
anima esas flores
con besos de amor.
Reina de lirios
en tus rizadas trenzas
nido de seda
do duermen las camelias.
Deja que pose
mis glaciales labios
que están enfermos
por falta de tu amor.
Los labios que no besan
son pétalos muertos
son himnos sin notas
son astros sin luz.
Los pechos que no aman
son noches polares
sarcófagos tristes
do alberga el dolor.
Del pasillo Brumas, también cantado por Benítez y Valencia, según el historiador
Fernando Jurado, en su libro Rincones que cantan, los tres últimos versos fueron escritos por Benigna Dávalos, y la música compuesta por Sáenz, Dávalos y el Cap. Virgilio Sarría.
Pero es inútil mi bien
que de tus ojos yo pudiera
¡Ay! arrancar una lágrima de amor.

Luz Benigna Dávalos
Compositora, guitarrista, pianista
Foto tomada de internet