Lola García

Lola García. La mujer de los cuentos, escritora de radio

La suya ha sido una vida entre dos mundos: Esmeraldas, desbordada, colorida, gritona, musical y Quito, pausada, silenciosa. Nació en Esmeraldas el 8 de enero de 1955 y de muy pequeña llegó a Quito. Allí vivía pero iba siempre a visitar a sus abuelos. En su memoria está la curva en la carretera, cuando viajando desde Quito veía por la ventana del bus la amplitud del río Esmeraldas y se le quebraba el corazón. Para ella Esmeraldas era un espacio de afecto con muchas frutas, mandarinas, papayas, toronjas, naranjas, piñas. Le llamaba la atención la vitalidad de los negros. En una equina con mucho movimiento siempre se escuchaban sus gritos, sus risas sonoras. En la barraca había unos bailaderos y a ella le gustaba mirar su baile, su cadencia, su movimiento sensual. En Quito vivía una realidad más mesurada, dentro de casa. Y considera que corporalmente su sistema es serrano y su expresión, su modo de ser está más vinculado a Esmeraldas.

Siempre le gustaron los cuentos, las formas de narrar la vida, cuentos de aparecidos, anécdotas de seres mitológicos de Esmeraldas como la Tunda, el Riviel, la Gualgura, que llenaban su cabeza de miedo y a la vez de excitación. Los cuentos en Quito los narraba una chica del barrio cuando iba al catecismo, Mariangula y otros cuentos de terror la llevaban a vivir rodeada de relatos y fantasía.

Desarrolló desde muy chica la habilidad de escribir, era buena para redactar, para contar y, sobre todo, para describir. Cuando fue madre, desarrolló la habilidad de inventar cuentos para sus hijas, resumía los libros que había leído. Escribía cartas a sus amigos. Escribir, describir, contar fue su actividad primera y es su dedicación en la actualidad.

Al crecer empezó a escribir lo más íntimo, profundizó su ser en cartas, en pequeños textos. Así, en 1986, llegó a trabajar al Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (CEPAM), que le encargó el proyecto de una radio revista. Entonces aprendió a hacer libretos, adaptaciones de libros, Manuela Sáenz fue su primera producción dramatizada. Así se enamoró de la radio, escribir, grabar, adaptar. En el Centro de Educación Popular (CEDEP) se especializó en historias dramatizadas para la radio, desde el enfoque de la educación popular, la conciencia, la recuperación de la historia de los pueblos, sus luchas, la participación de las mujeres. Y se convirtió en escritora de radio.

Al hablar un lenguaje sencillo, se conectó con la oralidad de la gente, tanto en Esmeraldas como en la Sierra, fue fácil entrar en el acto de contar, de relacionarse con la gente, que es lo que más le importaba. Y aprendió haciendo, creando el espacio para desarrollar su trabajo, desde la vida misma. Así, llegó a la conclusión de que cada pueblo tiene su narrativa y que hay que respetarla, que el relato es la mejor manera de comunicación. Cree firmemente en la oralidad, en las narraciones, en la radio como el mejor espacio para decir las palabras, sin esquemas, sin discursos.

Se siente una mujer con suerte, pues siempre que propone lo que quiere y le gusta hacer, lo aceptan. Escribir para la radio, contar, recuperar historias. En su trayectoria se destacan piezas que hablan sobre las mujeres.

Ha hecho una radio novela sobre Dolores Cacuango, años mirándola, buscando material. Fue un trabajo para la radio Pública que difundió una voz colectiva, Dolores enfrentada a gente que en realidad es un pensamiento, la iglesia, los patronos, el estado. Y ella, a su vez, representando a mucha gente que viene de una misma historia.

Creó la radio serie ‘Diálogos con mis fantasmas’, en la que diez mujeres dialogan con Manuela Sáenz, entre ellas Manuela León, Rosa Zarate, Manuela Cañizares, cada una hablándole para que Manuela también aprendiera, le dicen lo que las motiva, cómo se comunican, lo que piensan. Personajes invisibles de la historia reviven en el trabajo de Lola: Lorenza Avemañay, presente en las mujeres indígenas contemporáneas, su nombre llega oralmente, a través de los cantos de haway (las cosechas), mujer muy valiente, viva en la leyenda de haberse comido los ojos de los españoles.

Defensora de las mujeres como luchadoras, la obra de Lola quiere desatar el temor que nos han infundido a las mujeres desde siempre, “no salgas al bosque porque vas a ver tantas cosas feas, no debes salir, quédate guardada donde nadie te representa”.

Entre los programas de radio realizados, le tiene aprecio a ‘Cuando lluevan las palabras’. “¿Qué es lo que callamos?”, explica en este programa conmovedor con entrevistas sobre lo que no decimos las mujeres, mezclado con el silencio al que se somete a sor Juana Inés de la Cruz. En él incorporó elementos de la radio: dramatizado, entrevista, música, poesía, los mezcló con acierto y ganó un concurso de radialistas.

Un trabajo que hizo con pasión y le dolió mucho fueron reportajes con mujeres migrantes en Europa. ‘Producto de exportación’, sobre el tráfico de mujeres, fue un programa tan doloroso que la enfermó. ‘Destino paraíso’ habla sobre la realidad de las mujeres paralizadas en Alemania, Austria, Holanda, España. Le costó esfuerzo concebirlos, cómo decir mejor, cómo presentar una realidad terrible de la mejor manera. Y una constante es escribir primero en su cabeza, resolverlo, y luego sentarse y hacerlo.

Pasando la vista por la situación actual, sostiene que “vivimos un vacío, es como estar en una nube, hemos perdido la actitud contestataria y rebelde de los años 80. Ahora es el poder, es un neo machismo”. Su trabajo radial pone el dedo en la llaga de una sociedad patriarcal, en la que muchas mujeres ejercen el poder masculinamente. Lola no cree que la lucha de esas mujeres sea por la equidad o en contra de la violencia de género. “Ellas esgrimen las mismas armas que los grandes machos. Pero además las mandan a callar. Por eso nos toca ir contra corriente”.

Ella cree en las buenas ondas del universo, en la reunión de mujeres con visión alternativa, para hacer otras propuestas como sus programas de radio. Para ella es suficiente que alguien que la escuchó se haya conmovido y pensado que las cosas pueden ser diferentes. Considera que el mundo no va a cambiar, que hay violencia en los medios, las características femeninas sobreexpuestas, exacerbación de lo femenino en el sentido del cuerpo. Pero cree que sí podemos generar otros sentidos, aunque somos minoría.

Tiene proyectos igualmente interesantes: un trabajo para radio: ‘La Pachamama, sinfonía narrada’, con temas sobre la madre tierra, en los que reflexiona sobre lo separados que estamos de nuestro centro que es la tierra. Es un diálogo de la tierra con su pueblo, con narraciones, canciones a la tierra, al aire, el fuego y el agua, una gran poesía.

En la cotidianidad le gusta trabajar en su jardín. Ama la cocina, lo disfruta, cocina rico, le gusta inventar platos, utilizar los productos de su huerta para experimentar, preparar. Su cocina es su espacio creador, prueba a hacer sopas, dulces, puede pasarse un día completo. En la zona apartada donde vive, camina, contempla, agradece a la montaña, al sol, a las plantas por permitirle disfrutar. Y mientras camina, crea en su cabeza la nueva obra que en algún momento escribirá.

Jennie Carrasco

Fotografía: Martín Jaramillo
Grabación Radio Novela “El Sacristán”
Quito, 2013