“La vida que llevo se debe a una decisión que tomé en un momento de confusiones y siento que no erré”
En la vida de algunas actrices, se repite como elemento constante, una suerte de azar, de tentación, que se cristaliza un día impensado. Así, un agosto cuando era el mes de las artes en Quito, Ana se encontró en un taller que ofrecía el Municipio y lo dirigía Pedro Saad, desde entonces confirmó su deseo de ser actriz. Al año siguiente, en el mismo mes, tropezó con Patricio Estrella como director del taller, terminado el mismo, aceptó su invitación para continuar el entrenamiento en La Espada de Madera ,y “sobrevivió”, porque los entrenamientos, según recuerda, eran muy rigurosos, “trabajábamos desde las nueve de la mañana hasta que el cuerpo aguante”.
Ella tiene en su memoria los años noventa, cuando la efervescencia teatral era contagiosa, “cuando El Fenix tenía cartelera llena” y obras como Pluma, El Principito, Kito kon K, Romeo y Julieta, le confirmaban que su elección había sido correcta. “Recuerdo mucho los trabajos de las y los estudiantes de la Facultad de Artes dirigidos por Ilonka Vargas; a Susana Reyes y a Moti Deren, él tocando un piano de cola y cantando una canción de Silvio Rodríguez, mientras Susana bailaba en unas ventanas. También recuerdo a Las Marujitas”.
Su participación en Al pie de la Campanale dejó una sello teatral, fue la primera vez que trabajaba en la experimentación y participaba en la construcción del texto, aceptando una cantidad de retos, “con esa obra sentí que encontré el camino para ser actriz”. Más adelante vino El Quijote, otro desafío que, al mismo tiempo, le dio la posibilidad de poner en práctica su oficio de titiritera y actriz. En ese entonces, Ana había regresado de estudiar en el Instituto Latinoamericano del Títere.
Entre los maestros de teatro cuentan nombres como los de Serguei Obratsov, Eduardo Di Mauro, Patricio Estrella y Ciro Gómez, a quien tuvo como profesor en la Asociación Cultural Hilos Mágicos en Bogotá, durante el año dos mil seis. Asimismo sabe que en la Comedia del Arte, encontró inmenso material, referente y motivo de creación.
Ana Mariza Escobar ha realizado una cantidad importante de montajes teatrales, actuado en otros tantos; ha dirijo una veintena de espectáculos, participado en festivales nacionales y extranjeros. Ha actuado en cine y televisión. Está al frente de la Fundación Rama de Plata, desde el dos mil cuatro hasta la fecha.
Un premio muy importante habla de la calidad del trabajo de esta titiritera: Primer lugar en la muestra de espectáculos infantiles organizado por ATICO (Asociación de titiriteros de Colombia) con el espectáculo unipersonal Las Medias de los Flamencos(2006).
Genoveva Mora Toral
Fotografía: Archivo Grupo Espada de Madera.
Obra “Al pie de la campana”.
2001