América Paz y Miño

“Trabajo, sueños, divertimento y alegría, necedad, muchísimo trabajo, rebeldía, pero sobre todo, trabajo”.

Otra de las actrices que cambió la ciencia exacta por el arte e hizo del teatro su más importante faena. América Paz y Miño era estudiante de la Escuela Politécnica Nacional cuando en mil novecientos noventa, “por curiosidad”,  prueba el teatro y esa curiosidad se convierte en una necesidad que hasta el momento no abandona.

El tiempo en que empezó a actuar, para América,  lo más importante no era lo que ocurría en el escenario formal sino lo que se plasmaba en la calle, en la  plaza con gente común y corriente, con los niños y niñas que veían con inmenso interés estas propuestas teatrales “los sueños y utopías plasmados en acciones teatrales cuyo formato no importaba del todo, sino su esencia, la decisión de trasmitir desde propuestas sencillas o complejas, siempre de la mano del acolite y el deseo profundo de actuar, sin o con pago, sin o con permiso municipal, sin o con transporte”.

Pasado un tiempo de trabajo espontáneo, se interesa en aquello que ocurría en los teatros, queda en su memoria La Venaditade Susana Pautasso, Romeo y Julietade la Espada de Madera, Casa Matriz, “algo vi de Malayerba y del Patio de Comedias, pero en mi memoria están plasmada las presentaciones que veíamos en cada barrio o población que visitábamos;  niños, niñas, jóvenes y ancianos compartiendo su arte, su historia y sus saberes; recuerdo las mesas comunitarias, la chicha, las guaguas de pan, las camionetas, los “escenarios”, eso recuerdo”. De modo que el teatro para América es, sobre todo, esa teatralidad del barrio, de la comunidad y la vida cotidiana.

Sin embargo y aunque, en estricto,  no reconozca referentes sí tiene absolutamente clara la lista de personas que le han apoyado y enseñado a lo largo de su caminar,  “No creo tener referentes reconocibles y no por ego sino talvez por ignorancia sobre el tema. Sí pienso en quienes han influenciado en mi vida profesional, no puedo dejar de mencionar a Fernando y Claudia de la Rana Sabia no solo por todo el camino que ellos han recorrido sino por su calidad humana. A Fernanda López por el brillo que tiene en sus ojos cuando actúa y su tesón digno de una guerrera. A María Augusta Segura y Alexandra Vintimilla, mis primeras compañeras de grupo. A Guido Navarro por las enseñanzas que me brindó; y a todas las personas con quienes he tenido la suerte de trabajar como Fernando Acosta, Bladimir Centeno, Patricio Guzmán, Giovanni Pangol, Tanya Benítez, Alfredo Muzaber, Ximena Ferrín, Zaydum Chóez, Daniel Badillo, Álvaro Rosero, entre otros. Ellos han sido y siguen siendo mis maestros, mis referentes, mis amigos…”

Un amplísimo número de obras dan cuenta de su trajinar escénico, ha actuado, dirigido y adaptado no menos de cincuenta obras; ha participado también en festivales dentro y fuera del país. Su actividad principal la desarrolla con su grupo Lunasol, teatro para niños. Además, ella es una de las organizadoras, junto a Fernanda López, de Quito Chiquito, el encuentro donde los protagonistas son los chicos a quienes se los involucra a través del arte, no solo teatral, sino de la pintura, música y diferentes actividades, a participar y conocer, a expresarse y ser personajes de un encuentro que ya tiene su espacio en la ciudad.

Genoveva Mora Toral

Fotografía: Julio Silva.
Obra “El camino de la mariposa”.
2009