Alejandra Albán: dejar el virtuosismo

Jennie Carrasco

Desde pequeña estuvo involucrada en las artes como participante y espectadora. En la danza se encontró con la magia del escenario, la fantasía, las imágenes. Su memoria guarda el olor a madera vieja, las gradas, camerinos antiguos del teatro, un mundo fascinante. Siempre quiso estar allí, vivir allí, y así fue creciendo su amor por la actuación.

En su caminar por las artes escénicas se encontró con la performance y esto la desestructuró. “Fue liberador”. Como creadora, que hasta entonces se limitaba al rol de actriz apegada a lo académico, empezó a valorar otras formas de hacer arte que vienen de las necesidades más genuinas de expresión. Quiso proponer otras formas de crear, que no solo se limitaran a su ser actriz que busca el virtuosismo impecable. Y vio con atención, y admiró estas otras formas que no están inscritas en un solo formato y que se mezclan con otros lenguajes: “si escribo, ¿por qué no puedo bailar? encontrarme con mi propio cuerpo, rebelarme frente a las estructuras cartesianas de la perfección, la delgadez absoluta”. Y encontró que las actividades pueden abrirse: que alguien que no es bailarín, baile; alguien que no es actor, actúe; alguien que no es escritor, escriba. Al final, las artes son de todos.
Su trayectoria en el teatro -muchas obras importantes en los escenarios del país y del mundo-, le ha permitido ese salto a la libertad de la creación, a reinventarse fluyendo con otras prácticas. “Es liberador pensar que no necesitamos ser genios de nada, con que seas muy auténtica, genuina con lo que haces, con lo que quieres, con lo que estás explorando y hasta el punto al que llegues, es un camino casi espiritual”.

Cuando era más joven la atravesaba la inquietud por la necesidad de fama, de reconocimiento, pero luego entendió que ya todo está escrito, actuado, hecho. Al sincerarse con ese camino propio, empezó a encontrarse con otras mujeres que pensaban igual o que buscaban por caminos similares. “De esto resulta una comunidad de diálogo, y te das cuenta de que no eres la génesis de nada. Te relajas con tu propio proceso, aceptas lo que tenga que venir”.

Su activismo feminista la llevó a cuestionar la verticalidad en la dirección de artes escénicas que propicia poco la creación. Ella procura que la dirección sea un encuentro horizontal, de diálogo, de discusión. Crear juntos, crecer juntos.

Al encontrarse con otras mujeres creadoras prefirió estos espacios más amables, constató que el trabajo con mujeres es mucho más cercano. Juana Guarderas, María Beatriz Vergara, Sonia Valdez, Paulina Tapia, Dolores Ortiz, Valentina Pacheco, Susana Pautasso, mujeres icónicas sosteniendo espacios donde las voces de todas tienen relevancia y apertura para la escucha.

Con toda esa trayectoria, Alejandra fue adquiriendo voz propia, y siente que eso es un peligro para la estructura social que no quiere mujeres conscientes sino cómplices. “Mis 42 años tienen un valor y una potencia para mí. Es un momento idóneo, tengo la fuerza, la energía, la experiencia que me puede permitir hablar desde otros lugares poco cómodos para la estructura”.

Como artista, por necesidad, comenzó a explorar otros universos, contactó con la docencia y la dirección, que son otros territorios de aprendizaje.

La docencia le ha permitido observar a las nuevas generaciones, ha sido importante mirar sin juzgar. ¿Será que las formas virtuales de relacionarse son más efectivas y productivas? Para ella es importante no encasillar. Fluye con la música de sus estudiantes, calientan, ensayan. Y procura darles herramientas, como ella las tuvo para vivir lo que le tocó. “¿Las nuevas generaciones para que se están preparando? Es un error juzgar desde mi experiencia. A lo mejor tendrán que rebelarse. Hay que dejarles ser. Cada cual a su ritmo va entendiendo”.

Alejandra cree en que el mundo puede ser mejor, aplaude y valida las cosas que observa. No pierde la esperanza porque a veces ve cosas muy bellas que la sorprenden gratamente, entonces lo aplaude, lo aprueba, lo pone en la palestra.

Su quehacer artístico viene de una profunda sensibilidad frente a lo que la rodea. Si bien se considera tímida, cuando abre su corazón es un ser lleno de luz, quien la mira puede sentir su espíritu libre y, con una sonrisa puede estar invitando al riesgo de enfrentar la academia y sus rigideces, la estructura, como repite, segura de que ese es el camino para que el mundo sea habitable y feliz.


Alejandra Albán
Actriz

Obra: “Martina inolvidable”, personaje del Monólogo“Concierto para una mujer sola”dirigida por Pablo Tatés y dramaturgia de Fulgencio M Lax.
Año: 2013
Fotógrafo: Jorge Albán