La ‘carrera’ teatral, así lo define la formalidad académica, la inició cuando se detuvo en el momento en que pensó que “estar en el escenario no era una oportunidad para sobar el ego, sino para ponerlo en crisis e interrogación”.
Sus primeros años de aprendizaje y ‘formación’ constituyen una verdadera incomodidad, no porque faltase el rigor del entrenamiento, sino por algo que le tomará un tiempo entenderlo. Lo cierto es que la primera contrariedad la encuentra en la escuela, “donde actrices y actores éramos calificados y clasificados como ‘atletas de las emociones’…, lo más raro era que el cuerpo, el lugar donde se inscribe el signo de tal o cual emoción, no existía”.
Luego será en la pantalla, donde a pesar del éxito (otra palabrita que la incomodó) vive momentos enajenantes que, irónicamente, la encauzan en un sistema que rechaza.
Si embargo, su experiencia en el Cabaret le proporcionó cierto encanto porque recuerda que “la colocó en un lugar de riesgo”, que es precisamente el lugar en el que cree se ubica el arte.
En su andar por el teatro, el encuentro con algunas propuestas le revela algo que intuía y que más adelante lo descubre como el ‘teatro físico’. En ese momento empieza a constatar que el teatro es siempre físico; es decir, el teatro es cuerpo. Aquella confirmación la empujará a dejar lo conocido y buscar algo que no comprendía con precisión y que estaba inmerso en sus más profundos deseos: “Construir mi propio relato, en la vida y en el teatro”.
Pilar comienza a hacer teatro siendo muy joven, y desde entonces, se entrega intensamente; forma parte del grupo de teatro de la Prepa (últimos años de bachillerato mexicano), ahí escucha de Artaud, Grotowsky, Meyerhold, Stanislavsky, y otros grandes nombres; pero también escucha que hacer teatro era asumir una verdad; por esa razón le cuestionaba mucho lo que veía en la cartelera mexicana, donde hacer teatro era un ejercicio del ego, una exhibición constante para engrosar las filas del ‘éxito’.
Entre otras, fue esta una de las razones para dejar su país y atreverse con una búsqueda de algo, que tampoco estaba claro, pero que sabía que lo iba a encontrar en su propia investigación. Se traslada a España y junto a su compañero de vida y de teatro, Santiago Roldós, deciden estudiar por cuenta propia y su primer experimento se da con un texto de B.M. Koltés; encuentran en él el material para volver realidad la tarea de poner el cuerpo, a más del pensamiento, en su oficio de actores.
Luego de permanecer algunos años en Madrid creen que es el momento de asentarse en Ecuador, otro gran reto que lo asume con harta calma y entusiasmo, puesto que llegar al escenario guayaquileño era también motivo de mucho atrevimiento, debido a la dinámica teatral imperante.
Pilar siente que ejercer de actriz, profesora, directora, en este medio, con su grupo Muégano, la obliga a una reinvención continua en el plano personal y profesional: “Ahora estamos interesados en la línea bioenergética como camino al entrenamiento, porque sentía que en lo cotidiano no lográbamos manejar el agotamiento, sentía que el trabajo no fluía y no había la suficiente libertad para trabajar”.*
Como actriz se mueve con lecturas básicas para el teatro, tuvo por ejemplo por largo tiempo El teatro y su doble, como libro principal; considera a Las islas flotantes, de Eugenio Barba, la biblia a donde puede regresar y hallar siempre respuestas. En realidad ve los libros como ‘disparadores’ de ideas con las que puede estar de acuerdo o no, pero vienen siempre precisas para profundizar en distintos temas.
En el día a día combina sus lecturas con cuentos infantiles que lee para su pequeño Emiliano, “cuentos extremadamente divertidos para niños de todas la edades, como Las aventuras de Gulliver”.* Por un buen tiempo fue el cine la oportunidad para expandir ideas, hoy lo extraña porque el tiempo de mamá, profesora y actriz copa casi la totalidad de su vida. Su día a día es largo e intenso, añadiendo a estas obligaciones su papel de estudiante de la Licenciatura en Teatro.
Como integrante de Muégano, entrena todos los días. Además están “reinventándose en un nuevo espacio: la oficina Muégano-teatro. “Entrenamos ya desde hace un tiempo pequeñas cápsulas teatrales, trabajo para la comunidad. Esto me gusta porque nos demanda hacer algo más”.*
Pilar Aranda es una mujer de convicciones, entregada a lo que cree y quiere. Ha codirigido varias obras en su grupo y se ha destacado como directora de actores en todas sus producciones. Así también ha recibido el reconocimiento como mejor actriz en varias instancias nacionales e internacionales.
*Entrevista Genoveva Mora Toral
Fotografía: Guido Bajaña
Obra “Karaoke orquesta vacía”
2012