Una red para capturar mariposas
Margarita Laso nace en Quito en 1963. Es considerada una de las voces más influyentes de la música y la poesía del Ecuador.
Recuerda a su padre cantando tangos, tonadas, boleros y canciones nacionales, con los ojos cerrados, iniciando un viaje misterioso hacia el tiempo de la añoranza tan distante y, sin embargo, tangible durante la emisión de unos versos o de una canción.
<<Acaso la vocación es una red para capturar mariposas con hipo. Un cono de tejidos finos, una manga de malla. Estos hilos están hechos de fantasía y al mismo tiempo del deseo de habitarla, el deseo delirante de ser la fantasía misma, la maga, la que inventa una poción, la que busca la música que cambia el paisaje. Pero la realidad final de esta red es la captura. Creo que aún hoy escribir tiene que ver con capturar. No tenía conciencia en mi niñez. Podía sentir a veces los muchos ojos que había pescado. Y los quería sorprender. ¡Qué cálido es el asombro de los otros! No tenía conciencia. Solo me veía escribiendo de vieja. En soledad pero en paz. Con un moñito blanco. Escribir era verlo todo desde una colina, desde lo alto. Una imagen infantil>>.
A los ocho años toma clases de piano y más tarde de guitarra, para dedicarse después al estudio del canto con la maestra Blanca Hauser.
Ha publicado seis libros de poesía, “Erosonera”(1991); “Queden en la lengua mis deseos” (1994); “El trazo de las cobras” (Premio Nacional de Poesía Jorge Carrera Andrade, 1997); la compilación “Poesía” (2002); “Los lobos desarmados”(2004); y “La fiera consecuente” (2012).
Le arroban las múltiples identidades de los poetas y los músicos. Mujeres y hombres con sus escrituras y sus cargas; unos afanes, a veces de una humildad sobrecogedora; unos temas, a veces inesperados; un corazón de ojos húmedos, siempre.
Sus nutrientes literarios le llegaron a través de la poesía musicalizada y le pasaron su carga de fuego social. Violeta Parra como su referente principal, <<una artista popular gigante, llena de ternura, sabiduría y una forma aguda de sarcasmo>>; y, de manera general, los exponentes del cono sur aquejado por <<las dictaduras que nos hicieron gente de América Latina, conocedores de expresiones populares, ritmos, géneros, canciones y poetas exiliados>>.
En sus libros encontramos, al menos, un texto estrófico, para recordar que las canciones son un propósito en sí mismas. <<Tendríamos que aceptar hoy que hemos sido ingratos con los cancioneros y estamos reconociendo mejor el valor poético de canciones de este siglo. No solo en el trabajo de musicar poemas, como llaman algunos autores españoles a este afán, sino a estos cantautores que proclaman desde versos hermosos y, a veces, también complejos, sus verdades filosóficas>>.
Aunque no suele cantar sus poemas, la musicalización del texto “Soñando con Quito” devino en una simbiosis perfecta entre poema y canción; actualmente constituye el pasillo ecuatoriano contemporáneo más reconocido.
Junto a su compañero de vida, el músico, compositor y arreglista Pablo Valarezo, ha llevado a escena algunas propuestas de música popular. Ha grabado 12 discos compactos de boleros, música ecuatoriana y latinoamericana tradicional, villancicos, tangos, entre otros. Su último trabajo “Allá te esperaré” constituye la celebración de algunas formas de la tradición, su encuentro con la intimidad de los autores, su peso en el paso del tiempo y su búsqueda de la belleza.
Julia Erazo Delgado
Fotrografía: Victor Caicedo